Una vez sentimos que cometemos uno o más errores, tenemos dos caminos: el remordimiento (culpa) y el arrepentimiento (responsabilización), así como la elección de qué tan lejos queremos llegar con cada uno de ellos.
Es tan normal cometer errores como reconocerlo pues una cosa es sentir la necesidad de cambio cuando hemos fallado (lo cual es lo correcto) y una muy diferente es permitir que la falla nos defina y condene (lo cual puede paralizarnos y hundirnos).
De esta forma, el arrepentimiento es una emoción que nos ayuda a identificar cuando alguna acción fue incorrecta, ahí es donde tenemos la oportunidad de cambio. Por el contrario, el remordimiento nos iguala al error, es decir que, somos lo que hicimos y por lo tanto, merecemos o no determinado destino/realidad. De esta forma, nuestro valor se sujetará a una acción únicamente, lo cual es peligroso para nuestro futuro al afectar nuestra salud mental, y así nuestros objetivos y acciones diarias.
¿Qué le dirías a un ser amado cuando comete un error?
¿Te podrías decir eso a ti también?
Nos hemos acostumbrado a ser despiadados con nosotros mismos, a un nivel que con nadie más podríamos llegar a ser, esto es una evidencia de la falta de compasión que nos tenemos, de la ansiedad que nos genera la perfección, el mañana ideal, la admiración, amor y respeto de los demás. Estos deseos son normales pero no siempre posibles teniendo en cuenta lo siguiente:
- El aprendizaje en la mayoría de casos implica error y una posterior reflexión.
- No siempre podemos medir el impacto de una acción, omisión o palabra. Somos y seremos aprendices desde que nacemos hasta que morimos.
- A pesar de que debemos estar en mejora continua, hay momentos en que nuestras emociones nos dominan o nuestra ignorancia sale a flote.
- Nuestro destino se encuentra perfectamente escrito y prediseñado por nuestro Creador: cada acción o suceso en nuestras vidas estaba predestinado, y tiene un sentido que quizá entendamos más adelante, o tal vez no.
Lo anterior significa que nuestro valor se reflejará en poder arrepentirnos y en tener el coraje para remediar un error, para cambiarnos y no volver a el. Dios (Allah, Exaltado sea El) es el más perdonador y misericordioso, que siempre esta dispuesto a perdonarnos una vez nos encontremos arrepentidos de corazón.

Es importante dejar de vernos desde afuera, dejar de ser jueces despiadados esperando un error para señalarnos y abuchearnos, y comenzar a vernos desde adentro, desde nuestras intenciones y humanidad a partir del autoconocimiento que nos permite identificar nuestras múltiples limitaciones y el infinito poder de nuestro Creador. El, es el único capaz de transformar situaciones y corazones.
Dios es el más misericordioso, el más compasivo y el más perdonador. Si El es capaz de perdonarnos en medio de su perfección por qué nosotros no podriamos hacerlo con nosotros y los demás?
Si debemos perdonar a los demás ¿por qué no empezar por uno mismo?
Un nuevo comienzo
Toda dificultad trae una facilidad, todo error trae un aprendizaje, toda puerta que se cierra permite ver las ventanas que se abren o que ya estaban abiertas.

No hay una hoja que no caiga sin el permiso de Dios. En ese sentido, debes tener la certeza que tu error traerá consigo una oportunidad, una misericordia para cambiar desde ya, para ser mejor pero no perfecto, pues esto nunca será posible.
La busqueda de la perfección es una negación a nuestra misma humanidad
La oración y el recuerdo resultan ser el mejor antídoto para que nuestras emociones y deseos superficiales no nos gobiernen y nos lleven a perder la ruta correcta.
Por ello, es importante reflexionar a partir de estos métodos, así como del estudio de Dios y su mensaje debido a que El es quien más nos conoce y, por lo tanto, nos dicta un código de conducta que nos permitirá ser exitosos en esta vida y en la otra.
Crecer se fundamenta en aceptar lo que pasó y tomar responsabilidad por nuestra vida y por nuestros actos. Si nuestro pasado no nos gusta tenemos un hoy para crear uno más acorde a nuestra religión y principios.
El arrepentimiento sincero es el primer paso para no volver a las viejas acciones incorrectas. Sin embargo, nada será suficiente si no modificamos nuestra conducta actual. Podemos empezar con pequeñísimos pasos pero sin retroceder, Dios ama la constancia.

Todas las noches morimos y todas las mañanas (con el permiso de Dios) vivimos de nuevo para re-escribir nuestra vida, para mejorar y corregirnos, esto es un deber que tenemos ahora.
No debemos olvidar que de Dios venimos y a El hemos de retornar.
Si encuentras un error o comentario adicional te invito a que me lo hagas saber en los comentarios 🙂